Jesús necesita tu ayuda para viajar a Inglaterra.
Mis amigos me llaman por teléfono una noche y me preguntan si tengo algo qué hacer. Evalúo mis opciones: limpiar el teclado de mi computadora. Incentivo adicional: uno de mis amigos se va a EE.UU. así que vamos a despedirlo antes de su viaje. Conclusión: el teclado de mi computadora puede sobrevivir una semana más sin limpieza; pásenme buscando en 15 minutos. Mis amigos escogieron la película: Harry Potter and the Goblet of Fire.
¿Qué aprendí después de ir al cine a ver la última pila de burbujeante excremento salida de Hollywood? Aprendí que mis amigos me odian y que si alguna vez llego a pisar Inglaterra J. K. Rowling va a ser torturada de una forma que haría que Stalin mojara sus pantalones. Les aseguro que implicaría ácido sulfúrico, hurones rabiosos y una fresadora. Y créanme, no va a quedar suficiente de ella para llenar una cuchara de té.
¿A qué se debe la ira? ¿Qué me lleva a hacer semejantes afirmaciones en un foro público? Bien, mis desocupados (y algo perturbados) lectores, sigan leyendo y averígüenlo.
Nunca antes me había pasado; bastó el inicio de la película para recordarme la baja opinión que tienen las “personas” que hacen las películas en el Hollywood de todos nosotros. ¿Hasta cuándo van a pensar los directores que las boas y las calaveras generadas por computadora asustan? Edgar Alan Poe asusta mucho más que esta porquería; lean El Cuervo, o La Máscara de la Muerte Roja.
Luego está el personaje principal de la película: el Harry Potter de Daniel Radcliffe es una mariquita que pasa toda la película quejándose. Al principio de la trama nos dicen que han prohibido la participación de cualquier aprendiz menor de 16 años en un torneo de magos debido al peligro que asecha la escuela. Mariquita Potter se queja porque su nombre fue elegido ilegalmente para participar (el torneo se llama de Los Tres Magos y terminan participando 4) y el no quiere. Pero en vez de mantener las reglas ancestrales del torneo que ella misma creó J. K. Rowling hace que Potter participe ¿Cuál es el punto de crear un mundo con reglas si las vas a romper a cada rato sencillamente porque no eres lo suficientemente talentosa como escritora para mover la trama?
Mariquita Potter participa en el torneo contra dos academias de magos. Aquí es cuando te das cuenta del demográfico de los libros y de la película: uno de las escuelas es West Point mezclado con el ejercito ruso mezclado con peyote, dirigido por un tipo que parece Rasputín y la otra es lo que todo niño de 8 años piensa que es un colegio de niñas: un academia de modelos, en la que no hay ni una niña gorda o fea, dirigida por una Institutriz con acento francés (por supuesto). Y el colegio de Potter no se queda atrás: es la típica academia inglesa dirigida por Merlín y Brujilda (¿porqué en todas las historias de magia debe haber un Merlín y una Brujilda? Ah, cierto, falta de imaginación y talento).
Las pruebas del torneo son irrelevantes, sencillamente porque sabemos que a Potter nunca le va a pasar nada malo. Debo repetir eso. Mientras Rowling siga ganando dinero como un Conquistador, a la Mariquita Potter NUNCA LE PASARÁ NADA MALO. Puro y simple capitalismo damas y caballeros. Volviendo a las pruebas, son realmente absurdas, no porque sean tontas, sino porque son imposibles de resolver para los personajes; es más, no sólo para ellos, Stephen Hawking, Carl Sagan, Richard Dawkins y Albert Einstein no podrían resolverlas. Y como las pruebas son demasiado complicadas, ¿cómo las resuelven los magos?… Sencillo, haciendo trampa. Rowling nos dice que los participantes no pueden recibir ayuda de nadie, pero hacen trampa en cada una de ellas. ¿Cuál es el punto de crear un mundo con reglas si… ¿por qué me molesto?
Si quieren más pruebas de que a Mariquita Potter no la va a pasar nada malo tomen como prueba el primer reto del torneo, derrotar a un dragón. A Mariquita Potter le toca un dragón volador que escupe fuego y el dragón lo persigue hasta el techo de uno de los castillos de la escuela, donde lo acorrala. ¿Qué hace el dragón? En vez de volar y convertir a Mariquita Potter en un chicharrón, se trepa en el techo para morderlo; obviamente el techo no resiste al dragón y colapsa. Váyanse al diablo Rowling y todos sus fans.
Y luego están los demás personajes. Tenemos a Fortachón Descerebrado, Clón de Hayden Christensen, Princesa del Hielo, Gemelos Gay, Profesor Extraño y Peligroso (que se hace sospechoso desde el primer nanosegundo que aparece en pantalla), Mejor Amigo Celoso y Lisa Simpson. Si niños, el personaje de Hermione (llevado a la pantalla por Emma Watson, por lo visto, la única que puede actuar de todo el grupo) es un robo descarado de Lisa Simpson; Rowling una vez más nos muestra la poca imaginación que tiene. Los demás personajes son peores: no tienen personalidades propias, puesto que su sola existencia gira en torno a su relación con Mariquita Potter y, como no me importaba Potter, no me interesaban los idiotas lobotomizados que le acompañaban. Mención aparte merece el personaje del mejor amigo de Mariquita Potter, quien pasa gran parte de la película como una novia celosa porque su adorado Potter va a obtener gloria eterna y él no... ¿Qué tan gay puede llegar a ser un personaje en un cuento infantil?
Y el malo de la película es un maldito retrasado mental. Supuestamente, el malo quiere matar a Mariquita Potter para probar que es el tipo más poderoso de todos. Para matarlo se inventa un plan estúpido en el que termina ENFRENTÁNDOSE a Potter en una lucha de magos, en la que obviamente pierde porque los padres difuntos de Mariquita Potter lo ayudan. Lo que tu digas Rowling, bailaré en tu tumba. Si yo fuera un mago y quisiera matar a Potter, crearía una pila de oro (verdadero o falso, es irrelevante) y se lo daría a un sicario Tupamaro para que le pusiera un cartucho de Mágnum .44 entre los ojos a la Mariquita Potter, que pasaría a ser un artículo de 3 líneas en la última página de El Universal. Ese es el lugar que se merece en la historia de la literatura y de la humanidad.
Pero lo que hace que no pueda dejar de vomitar cuando pienso en esta película es la moraleja de la historia: la competencia es mala, y si compites sólo te pasarán cosas malas. Es este sentimentalismo Nueva Era el que hace que quiera la cabeza de Rowling en un plato; esta mujer está creando una generación de personas que no ven la necesidad de pelear. Cualquier adulto sabe que pocas situaciones motivan y educan más que el ser derrotado por un adversario digno. Pero siempre que los personajes quieren competir realmente, Rowling tuerce y retuerce la trama para obligarlos a colaborar. En la única ocasión que hay un personaje realmente competitivo, Rowling sencillamente lo mata; así se asegura de recordarnos que quienes quieren competir y ganar merecen la muerte. Mi odio hierve.
Para concluir, porque ya no quiero recordar más esta bazofia, les dejo con Harry Potter and the Goblet of Fire en cifras:
· Número de veces que diste gracias al universo de no ser un niño: 321
· Número de veces que te sentiste mal por haber visto esta película: todavía tengo náuseas.
· Número de personas que te dijeron cosas como “es el peor libro de la serie” o “deberías leer los libros antes de criticarlos”: 5
· Número de personas que te dijeron eso a las que ahora ignorarás: 5
· Tiempo, en minutos, que pasaste gritándole a la pantalla cada vez que pasaba algo estúpido: 30, después no me importaba lo que pasaba en pantalla.
· Amenazas de violencia física que recibiste durante ese período: 15
· Número de amenazas que vinieron de tus amigos:14
· Número de amenazas que vinieron de las novias de tus amigos: 1
· Cantidad de personas en el cine que reaccionaron a tus comentarios: 0, la humanidad está condenada a la estupidez.
· Número de métodos para acabar con J. K. Rowling que se te ocurrieron en el transcurso de la película: 25
· ¿Alguna otra cosa? Si llego a conocer a J. K. Rowling, que se prepare, sólo uno de nosotros sobrevivirá… y yo tengo acceso a material radiactivo.